sábado, 29 de noviembre de 2008

El mejor castillo medieval de Europa (I)

En esta entrada daremos a conocer la que para muchos (entre los cuales yo me incluyo) es la mejor fortaleza medieval europea. Permítanme, no obstante, realizar una pequeña introducción aclaratoria antes de desvelar su nombre, aunque sí puedo adelantar que para visitarlo no haría falta cruzar nuestras fronteras; se trata de un castillo genuinamente español.

A menudo, leyendo comentarios sobre el tema en blogs y páginas que podríamos llamar “pseudo-especializadas”, he podido constatar que muchas de las personas que dejan sus comentarios hacen gala de un absurdo snobismo. El otro día mismamente, navegando por cierto blog de cuyo nombre no quiero acordarme, un incauto visitante que se definía a sí mismo como “amante del mundo medieval” pedía a los expertos del foro una lista con los nombres de los mejores castillos medievales europeos ya que, según parecía, estaba preparando un tour monográfico para sus próximas vacaciones, puede que con yelmo incluido. La respuesta del mandamás del blog me dejó a cuadros: lejos de referirle el nombre de alguno de los excelentes castillos medievales con los que cuenta nuestro patrimonio nacional (creo recordar que citó tan sólo uno que ni siquiera puede considerarse como tal), le espetó que “para ver buenos castillos, que cruzara los Pirineos” y que “sin duda el mejor castillo europeo era el castillo de Neuschwanstein” (imagen inferior).

En la imagen superior, el impresionante castillo de Neuschwanstein, (Baviera, Alemania), con el muro de los Alpes al fondo. Aunque construido con la apariencia de un castillo, esta construcción es en realidad un típico “Schloss” alemán del s. XIX, un palacio diseñado para complacer los deseos del rey Luis II de Baviera, amante de la imaginería fantástica medieval.

Los castillos han gozado de dos épocas doradas a lo largo de la historia de la arquitectura occidental: el medioevo y el romanticismo. Mientras que la función del castillo en época medieval era fundamentalmente estratégico-militar, los conjuntos edificados al calor del movimiento romántico pueden considerarse como puros palacios nobiliarios diseñados siguiendo las directrices estéticas de la época (vuelta a las formas medievales, con claras preferencia por el gótico alemán y francés). Por tanto, el castillo original sólo puede comprenderse como una construcción con fines bélicos, ya fuesen defensivos u ofensivos. Durante el medioevo, el inestable puzzle feudal europeo requirió de la construcción de éste tipo de fortificaciones a lo largo y ancho de todo el continente, ( y muy especialmente en España, cuya reconquista duró más de siete siglos), ya que se entendían como la pieza nuclear de la tecnología militar de la época.

Sin embargo, a partir del siglo XVI el feudalismo europeo es desplazado poco a poco por las monarquías de corte absolutista; así, los nobles, ahora más que nunca vasallos del rey, abandonan progresivamente sus castillos y se establecen en palacios construidos al calor de la corte real. Las monarquías absolutistas “unificaron” bajo su corona a los señores feudales de sus territorios, y por tanto desapareció casi por completo la necesidad de defender las tierras internas de los propios reinos. La función militar de los castillos quedó obsoleta y poco a poco fueron cayendo en el olvido, convirtiéndose en la mayoría de las ocasiones en pasto de la vegetación y de la ruina.

Durante el romanticismo (finales del s.XVIII, principios del s.XIX), las fortalezas ya no eran necesarias desde el punto de vista estratégico, pero el castillo se reinventa como una forma de evocar la memoria medieval europea, estando dedicados principalmente a satisfacer las necesidades palaciegas de los reyes y la alta nobleza (los únicos capaces de costear los gastos de estas titánicas empresas arquitectónicas).

A continuación se ofrecen imágenes de algunos de estos castillos románticos:

Palácio Nacional da Pena (Sintra, Portugal), una de las principales residencias de la familia real portuguesa durante el s. XIX.

Dos imágenes del Burg Hohenzollern (Suabia, Sur de Alemania), obtenidas este mismo verano durante un viaje familiar. La dinastía Hohenzollern reinó en Prusia desde 1701, y sus miembros ostentaron el título de emperadores de Alemania durante el II Reich (1871-1918), hasta la abdicación del Kaiser Guillermo II tras la derrota germana en la I Guerra Mundial. De nuevo este castillo es un claro ejemplo de la arquitectura neogótica imperante durante el romanticismo.

Por otro lado, claros ejemplos de castillos medievales serían los siguientes:

Arriba, el celebérrimo Krak des Chevaliers (s. XI-XII), construido por los cruzados en las tierras de la actual Siria. En palabras de Lawrence de Arabia, se trata “del castillo más admirable del mundo”, y en efecto supera en valor militar a todas las fortalezas europeas.

Abajo, dos ejemplos de castillos medievales españoles; Peñafiel (Valladolid, s. XIV) y Medina del Campo, (también en Valladolid, finalizado en el s. XV).


Pero, a mi parecer, el mejor exponente de castillo medieval europeo lo encontramos en Loarre (Huesca, s. XIII), y lo es por muchos motivos: conservación, posición estratégica, valor arquitectónico, enclave natural… En Loarre el tiempo parece haberse detenido, y cuando uno lo visita resulta casi imposible no sentirse transportado a tiempos medievales, entre soldados haciendo la ronda sobre el perímetro de la muralla, entre cortesanos desfilando arriba y abajo por los pasillos…

Pero habrá que esperar a la segunda parte de esta entrada para conocer todos los secretos de esta increíble fortaleza aragonesa.

El castillo de Loarre (Huesca), que será objeto de análisis en la siguiente parte de esta entrada. Como curiosidad, valga recordar que fue escenario del film “El Reino de los Cielos” (2006), dirigida por Ridley Scott. Abajo, fotograma de la película.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Año 844 d.C: los vikingos saquean Sevilla (parte I)

Antes de comenzar con el relato de este apasionante (y desconocido) episodio de la historia de la Alta Edad Media española, es conveniente realizar una pequeña introducción que nos ponga en antecedentes.

A mediados del s. VIII d.C los musulmanes se habían adueñado de una buena parte del mundo conocido. Apenas un siglo después de la muerte del profeta Mahoma (632), el Islam había traspasado las fronteras naturales de la península arábiga para dominar un vasto imperio que se extendía desde el actual Pakistán hasta los desiertos de Marruecos y el sur de España, cuya conquista comenzaría en el año 711 en detrimento del reino visigodo de Toledo.

Este inmenso poder estaba personificado en la figura del califa (del árabe jalifa, representante), institución que desde el 661 venía siendo monopolizada por un miembro de la legendaria dinastía de los Omeya de Damasco. Bajo su cetro el imperio musulmán fue gobernado durante casi un siglo sin que tuvieran que hacer frente a graves conflictos políticos. Sin embargo, el poder de la familia Omeya pronto despertaría las envidias de sus enemigos. Las luchas intestinas entre clanes familiares estaban debilitando el mundo musulmán. Los alíes o chiíes (los seguidores de Alí, primo y yerno del profeta) reclamaban sus derechos como sucesores legítimos de Mahoma. Comenzaron a dispersar rumores por todo oriente próximo: se decía que los Omeya no eran lo suficientemente religiosos; arabizaban, sí, pero no islamizaban los territorios conquistados. ¿Acaso los Omeya consideraban la fe como un asunto secundario?

Arriba, la Gran Mezquita de Damasco, joya de la arquitectura Omeya (s. VIII)

En realidad la cuestión era mucho más compleja; sin embargo, el clan de los alíes se encargó de difundir esta leyenda negra entre los grupos de poder del territorio. Tan sólo era cuestión de tiempo que la revuelta estallara en algún lugar del imperio, y así sucedió en el año 740: los alíes inician una sublevación contra el poder central de Damasco en los territorios de la zona pérsica. Estaban plenamente decididos derrocar a toda costa a los Omeya; a la cabeza de la revuelta, Abu-al-´Abbas, el líder del clan de los abasidas, una importante familia local entroncada directamente con el califa Alí. Tras violentas contiendas, Abu-al-´Abbas se proclama califa en el 750 tras derrotar a los partidarios de los Omeya en la batalla del Gran Zab, fundando así una dinastía que se mantendría en el poder hasta bien entrado el s. XIII. La ruptura definitiva se produciría una década después con la fundación de la ciudad de Bagdad, donde trasladarían la corte estableciendo definitivamente el Califato Abasida de Bagdad.

Las ansias de poder del nuevo califa no se detuvieron ahí: no contento con haber usurpado el trono de Damasco, decidió que la única forma de garantizar la estabilidad de su familia pasaba por eliminar literalmente a los Omeya de la faz de la tierra - de ese modo, nadie en un futuro podría reclamar el trono en su nombre-. Para ello, los Abasidas convidaron a la derrotada familia rival en la ciudad de Abu-Futrus, en la actual Palestina; el motivo oficial era un banquete en el que, supuestamente, se tratarían asuntos de estado, quizás de amnistía.

Todo transcurrió con normalidad hasta que el anfitrión hizo un gesto a su guardia. Entonces todo se sumió en el caos, y comenzaron a brillar los filos de los puñales. Horrorizados, los Omeya intentaron escapar desesperadamente. Los gritos de clemencia se ahogaron entre las cuatro paredes de la sala: uno por uno fueron pasados a cuchillo, jóvenes y viejos, mujeres y niños. Las instrucciones de los Abasidas habían sido tan crueles como precisas; “que ningún Omeya quede con vida”. Aquel suceso ignominioso pasaría a la posteridad como la “Matanza de Abú-Futrus”.

La matanza de Abu-Futrus acabó con casi todos los miembros de la familia Omeya.

Sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, el destino tenía reservada una sorpresa: el joven príncipe Abderramán y su hermano Yahya no estaban entre los cadáveres; habían conseguido escapar de la matanza. Escondido entre los miles de ciudadanos que intentaban escapar de la persecución de los Abasidas, Abderramán abandonó Damasco y se refugió junto a las tribus beduinas de los desiertos del norte de África, territorios que habían pasado a ser dominio de los caciques locales, antiguos emires y terratenientes que simpatizaban con los Omeya y que se habían proclamado independientes del nuevo poder de Bagdad. Recibieron al príncipe como a un nuevo líder, y en poco tiempo Abderramán reunió bajo su mando a miles de partidarios.

A pesar de todo decidió no volver a Damasco. Ya había corrido demasiada sangre. Contaba con suficientes súbditos como para comenzar de nuevo, y quiso hacerlo en otro lugar, en los confines occidentales del imperio: las recién conquistadas tierras del sur de Hispania. Así fue como Abderramán I se convirtió en el padre de Al-Ándalus.

Efigie de Abderramán II, bisnieto de Abderramán I, en un sello conmemorativo emitido en 1986 por la Real Casa de la Moneda de España (1986).

Abderramán I se proclamaría emir independiente del poder de Bagdad en el 756, eligiendo Kurtuba (Córdoba) como capital del emirato omeya andalusí.

Ahora viajemos de nuevo en el tiempo y situémonos en el año 822. El bisnieto de Abderramán I - Abderramán II - se proclama cuarto emir de Al-Ándalus tras la muerte de su padre Alhakén I. Será durante su reinado cuando Córdoba se vea obligada a hacer frente a las invasiones vikingas, objeto del análisis de la segunda entrega de ésta entrada inaugural de “Momentos de la Historia”.

Agradecimientos

Quiero dedicar esta nueva sección a la memoria del genial periodista y divulgador cultural Juan Antonio Cebrián, cuya labor radiofónica en el programa “La Rosa de los Vientos” de Onda Cero supuso un estímulo impagable para amantes de la Historia de todas las edades.

Hace poco más de un año que un infarto traicionero se lo llevó para siempre, pero su voz y su espíritu siguen presentes en los corazones de todos los “rosaventeros”, a los que nos contagió su fuerza y su ilusión por el conocimiento.

"Momentos de la Historia” es un homenaje a Juan Antonio Cebrián, el que fue y será siempre mi maestro más querido.

Descanse en Paz.

Juan Antonio Cebrián (1965-2007)